PRK Queratectomía Fotorrefractiva

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La queratectomía fotorrefractiva (PRK) utiliza un láser para moldear la superficie de la córnea disparando el láser directamente en la superficie de la córnea. Este procedimiento contrasta con la cirugía LASIK, que elimina el tejido más profundo dentro de la córnea, debajo de un colgajo corneal. En la cirugía PRK, en lugar de crear un colgajo corneal, el cirujano raspa o retira la capa corneal externa (epitelio) sobre el área de tratamiento. El segundo paso de la cirugía PRK es idéntico al de la cirugía LASIK: se utiliza un láser excimer para eliminar el tejido estromal y remodelar la córnea subyacente. En la cirugía PRK, cuando se extraen más de 60 micras de tejido, se usa un agente anti-cicatrizante, como la Mitomicina-C, para permitir que la córnea sea cristalina después de la operación.

Después de la ablación láser, se coloca un lente de contacto blando sobre el ojo, a manera de vendaje, mientras el epitelio corneal vuelve a crecer en su lugar, lo que generalmente tarda entre 4 y 5 días. Durante este período, el paciente generalmente experimenta molestias que van desde un nivel leve hasta uno fuerte y la visión tiene grados variables de borrosidad. Debido a la necesidad de curación epitelial en la cirugía PRK, pueden pasar varias semanas después del procedimiento antes de que la visión sea clara.

A pesar de que la cirugía PRK tiene más molestias postoperatorias y requiere un mayor tiempo de curación y recuperación visual que la cirugía LASIK, es el procedimiento más apropiado en ciertos casos, como córneas delgadas, secreción lagrimal limítrofe e imágenes de topografía limítrofe. En todos estos casos, la cirugía PRK ofrece ventajas significativas sobre la cirugía LASIK. En general, el resultado visual final es similar en ambos procedimientos.